lunes, 15 de octubre de 2007

"LUZ"

Había una vez en un lejano país, una princesita muy chiquitita.
Era tan poquita cosa que a menudo el viento se la llevaba de un lado para otro.
Se llamaba LUZ.
Luz vivía solita en este bosque tan frondoso y luminoso... así que podía hacer y deshacer a su antojo cualquier cosa que se le ocurriese.
Por las mañanas recogía piñones y moras, y a la hora de comer se ponía moraíta de tanto engullir... después, se tumbaba a la sombra de uno de sus árboles y descansaba mirando cómo pasaban las nubes mientras las copas de los pinos se agitaban suavemente y le hacían soñar...
Soñaba con los pájaros, soñaba que se montaba sobre un pequeño gorrión y viajaba por todo el bosque mientras comía moras...
El pájaro la llevaba suavemente apoyada sobre su cuerpo, y movía sus alas con un movimiento rítmico y casi casi melódico.
En sus sueños escuchaba una dulce melodía de flautas... y era su sonrisa la que iluminaba el bosque entero.
Los árboles la saludaban a su paso, y todos los pájaros acompañaban este vuelo mágico lleno de airecito y bienestar.

La pequeña princesa se despertaba feliz, estiraba sus brazos y abría la boca grande grande... porque nadie la podía ver y ella era libre... libre como sus pájaros, como los árboles y las moras... nadie era dueño de nadie, porque todos aportaban algo bonito al prójimo... después de estirarse y sonreír, paseaba siguiendo el viaje del sol a través del cielo. Pisaba las hojas caídas y se metía las manos en los bolsillos de su abriguito diminuto... si hacía mucho frío se ponía el gorrito que ella misma había hecho con un trozo de hilo rojo que encontró cerca del río...

...y era allí, a orillas del río, donde la princesita dejaba sus botitas y dejaba que el agua limpia y fresquita empapara sus sueños con un toque de vitalidad y gozo. Canturreaba una canción que tenía guardadita en su memoria desde que nació, y vigilaba al sol por si se iba antes de tiempo y le tocaba llamar a su amiga Luciérnaga.

Los días pasaban, y la princesa paseaba, comía moras y piñones, soñaba con sus pájaros, miraba atentamente los árboles y vigilaba el sol, disfrutaba con el agua y bebía a grandes sorbos su frescor, corría entre las sombras y reía sin cesar persiguiendo insectos. Así un día tras otro, uno tras otro...

...y ella era feliz en su soledad porque nunca había conocido compañía alguna... sólo el leve recuerdo de un calor maternal acariciaba su corazón y le hacía amar todo aquello que la rodeaba... su bosque... tan lleno de magia... de cosas bonitas y cuentos sorprendentes...

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