miércoles, 10 de octubre de 2007

Mi árbol

Ésto es una Sabina.
Un árbol típico de las islas canarias, más concretamente podemos encontrarlo en la isla del Hierro.
Tiene esta estraña forma debido a que va siendo moldeado por el viento poquito a poco.

Crece en terrenos escabrosos, normalmente en pendientes.
Los cuervos eligen estos árboles para sus criaderos, gracias a la frondosidad y dureza de sus ramas.

Si tú fueras mi árbol serías una Sabina.
Descansarías en terreno escabroso, en una cuesta, escalando hacia mi corazón, sorteando mis desvelos y mi tristeza actual.
Tendrías los brazos fuertes, y la cabeza llena de ideas y de sorpresas, como las que se encuentran bajo estas ramas.
Yo sería el viento que te va moldeando con cariño, adaptándonos juntos a una realidad común, a un mundo compartido, pero manteniendo cada uno su espacio.
Me amarías por darte fuerza, vitalidad y por mantener tu personalidad tan única y especial, por respetarte y acompañarte cada día.
Por comprender tu soledad y mirarte de lejos o de cerca, según necesite tu corazón, y mimarte y adorarte cada día de mi vida.
Por ser feliz junto a tí, y descansar sobre tus ramas...
Me amarías con una fuerza inhumana, deseando que el tiempo no nos dejara secuelas y pudiésemos ser siempre jóvenes, fuertes y pasionales, como ahora...
En nuestros sueños nos volveríamos a encontrar para volver a desnudarnos, mirarnos y acariciarnos como dos niños que descubren sus cuerpos sin lascivia, sin maldad, sin pudor, con naturalidad.

Tú mi árbol, yo el viento que te acaricia y te susurra al oído, que te balancea suavemente y reposa en tí... y toda una vida y la siguiente estaría a tu lado, acompañándote sin pedirte nada a cambio, solo sintiendo latir tu corazón junto al mío, desprendiendo un calor común...

...ese calor que necesito para no morirme de frío y de tristeza.

AMOR.

2 comentarios:

princesa dijo...

extraña... lo puse con s. Mil perdones

Iván dijo...

-Mi árbol-

(A Princesa, porque como dijo Cernuda: 'la fe de uno sólo basta para dar la medida de toda la grandeza humana')

Había un árbol aquí,
en otro tiempo pero
en el mismo lugar,
tan parecido a éste.

(Bajo las farolas, temblando,
estampida de besos en invierno
y fugaces, y tiernos, sonoros,
abrazos en verano.)

Murió, como todo, a manos
de unos hombres, porque somos
capaces de la ternura
del trigo y también de todo

el dolor infinito; a veces,
cuando paso camino de casa
o distraído los jueves a esa
hora de los paseos a mano armada,

siento bajo ls plantas latir aún la raíz del árbol, muy honda,
seca y tan sola como
el berrinche de un nacido.

Me llevo las manos a los bolsillos
para no escucharla:
estrujo unos papeles,
escribo o me pregunto:

¿cómo volveremos a crecer
de nuevo
si no nos dejaron más que arena
para rodear nuestros sueños?