miércoles, 22 de agosto de 2007

ELLA

Hoy vuelvo a escribir sobre una mujer. Esta vez hablamos de Verónika. La Verónika de Paulo Coelho, aquella que decidió morir.
Cuando una persona ha tomado la decisión de morirse por voluntad propia, estamos hablando de suicidio, hay un instante justo entre la vida y la muerte. Puede durar segundos, minutos u horas... Y yo me pregunto, en este tiempo de tránsito, cuando la mente está alejada del mundo que conocemos, ¿y si la persona encontrara un motivo para vivir? ¿sería demasiado tarde para dar marcha atrás?

Efectivamente, si estamos hablando del instante en que una persona se lanza desde una ventana, o aquella que se deja caer sobre las vías del tren justo cuando la máquina la rebana, pues sí será demasiado tarde... aún así, se sigue manteniendo ese instante entre la vida y la muerte.


Es ese instante el que nos ocupa hoy. Porque en el caso de mi Verónika, (dejemos a un lado la de Coelho), ese instante se prolonga años y años.

Estamos hablando de una persona con discapacidad FÍSICA, resalto lo de FÍSICA porque dicha discapacidad no implica absolutamente ningún tipo de percance intelectual. Hablamos de una parálisis cerebral espástica (otro día lección de deficiencias), que ha producido una tetraplejia.


No hacía falta nombrar el tipo de discapacidad de la persona, aún así, creo que es relevante conocerla para poder comprender que esta persona vive encarcelada en su cuerpo.

¿Cómo se comunica nuestra amiga? a través del lenguaje y del habla. Ella puede hablar, aunque tiene bastante dañado el aparato fonoarticulatorio... se hace entender, aunque hay que tener paciencia ya que tarda un poco más que los demás en decir cada palabra, y aveces cuesta entenderla.


Quiere morirse.



Hace 4 años que tiene esta idea en la cabeza. Verónika y su familia gozan de una posición en la sociedad bastante privilegiada. Son de clase social alta no, altísima, y Verónika vive sola, independiente, en un piso totalmente acondicionado para ella.

Cuenta con todos los recursos tecnológicos posibles, y una persona que ella misma eligió, acude a su casa una vez al día para ayudarla en las cosas que pueda necesitar.

Tiene dinero, una familia que la adora... estudia una carrera y los fines de semana sale de fiesta con un grupo de amigos. En verano sus padres la pagan unas vacaciones de lujo en un hotel de lujo y en una cama de 2x2.


Quiere morirse.


Los hechos: cada vez que tiene ocasión se tira por unas escaleras. Hace rodar su silla de ruedas hasta el borde de las escaleras y después sigue avanzando lentamente hasta que se estampa de boca contra los escalones.


No puede ni suicidarse, porque le han puesto un sensor y ahora cada vez que sale por la puerta su madre se presenta en el piso enseguida, con una unidad del 112 en el portal.


Por eso digo, que a Verónika este instante entre la vida y la muerte se le está alargando impetuosamente.

Cuando hablo con ella, me explica que simplemente no quiere vivir, que es totalmente consciente de su discapacidad física y que se siente encerrada.

Le encantaría tener un novio que la llevase a la cama y la follara como un animal, como a muchas de nosotras.

Le encantaría viajar por todo el mundo sin que nadie tuviera que estar pendiente de ella, y sin que la mirasen y la sonriesen por la calle, con compasión, como si fuera una mona de circo.

Le encantaría ir a comprar el pan cada día a la panadería de debajo de su casa, sin tener que llamar a Maite (su ayudante) y montar el cirio del siglo.

Le encantaría pasear sola por la calle, sin tener que estar sorteando bordillos y aceras insalvables.

En fin, que le gustaría llevar una vida normal que a día de hoy resulta imposible en una sociedad como la nuestra, con mentes tan cerradas como las nuestras y en ciudades tan difíciles de abordar arquitectónicamente hablando como las nuestras.


Yo nunca intenté convencerla de que no debía morir, creo que cada persona tiene el derecho de elegir con su vida el camino que crea que le conviene más.

Eso sí, he intentado que su vida sea un poco más alegre. Le he presentado a chicos con los que ha tenido algún pequeño alboroto sexual, le he mostrado que hay grúas especiales para poder mantener relaciones sexuales con su pareja de una forma extraña pero divertidísima, y que cada uno tiene una serie de limitaciones, pero que podemos vivir aceptando que siempre van a estar ahí y buscando posibilidades que nos ayuden a solventarlas y sortearlas felizmente.

He salido con ella y le he mostrado lugares adaptados donde puede tomarse veintemil copas y conocer gente de todo tipo.

Hemos llegado a un acuerdo para que Maite le de un poco más de coba y desactive ese puto sensor que la vuelve loca cada vez que sale de casa, y que ella vaya a por el pan sola, aunque tarde toda la mañana en ello.


Y así podría nombrar un montón de actuaciones... que hacen que Verónika alargue ese instante, no por no poder suicidarse, sino porque aveces consigue olvidar su decisión y aprovecha al máximo el poco tiempo que cree que le queda de vida...




En el fondo... Verónika decidió VIVIR.


3 comentarios:

DueNDe dijo...

Gran tema! me gustó...

Veronika no pertenece a este mundo, a ella le ubiera gustado ser feto abortado, pero la magia de la vida existe y como tal ay k aprobexarla, mañana todos podemos ser un feto abortado mas... carpe diem!

Verónica dijo...

La historia me ha emocionado. Y más porque hace dos años estuve estudiando estos casos desde un punto de vista "científico", ético concretamente. ¿Por qué no dejamos que las personas decidan LIBREMENTE si quieren VIVIR o morir? Dos principios universales entran en juego... derecho a la vida y derecho a la libertad. Y ya basta de rollos, regálale este libro de Ernesto Sábato: "España en los diarios de mi vejez". Entiendo que a veces es muy difícil encontrar razones para seguir... pero las hay, tiene que haberlas.

Me encantó tu post, el sentimiento que transmite.

Feliz tarde.

escaldo dijo...

Muchas veces, me he hecho esa pregunta que seria de mi minusvalido, y varias veces me la he hecho con gente alrededor, siempre he respondido...

Yo eligiria vivir...

La vida que lleva ella, seria totalmente a la opuesta ami, yo no suelo aguantar en una silla mas de 1 hora, a todas horas tengo cosas que hacer, en el trabajo casi imprescindible, y asi un sin fin de cosas...
Ella, todo el dia sentada, sin agobios, y en algunos casos aburrida...

Y aun sigo pensando que yo desearia vivir...

Se supone que podria leer, cosa que solo hago para estudiar, escribir doscientas mil veces mas, relajarme, hacer yoga, sentarme en un jardin y obsevar a la gente que pasa, ...

El problema esta en la sociedad, nos dice como debemos vivir, y si no es asi... no somos personas...
la gente que por la cuestion que sea vive limitada para llevar una vida normal, no ve lo mejor de sus limitaciones, solo lo peor...

Alomejor pienso asi, porque nunca he estado en esa situación...

Pero yo, desearia vivir...

(Muchas veces, cuando pienso en estas cosas, y digo que yo desearia vivir, tambien pienso si exite Dios, sera capaz de probarme a ver si sigo pensando lo mismo en esa situación... )

En cada instante te puede cambiar la vida...