domingo, 23 de septiembre de 2007

Éste es el producto de nuestro paso por la vida.
Nace de una vagina, o de una tripa a través de un corte uterino normalmente vertical.
Acostumbrado a las comodidades obtenidas durante la gestación, el recién nacido tiene que empezar a utilizar sus sentidos, tiene que comenzar a trabajar duro... ahora es una persona hecha y derecha, con impulsos, con sentimientos... una persona que actúa y que algún día pensará... y sobretodo, una persona con un instinto de supervivencia que le mantendrá vivo y atento a los cambios toda su vida.
Su madre le mira, mamatierra sonríe al ver el fruto de su pasión, de su amor por la vida y por enraizarse...
Como un gran árbol, la familia va creciendo, y cada una va tejiendo su tela de la vida.
Quizás sea necesario, o no, la presencia paternal. Quizás ese niño necesite una referencia masculina para entender este mundo de pasiones y sueños... o quizás esa presencia pueda suplirse felizmente por una doble mamá o una mamá que trabaje el doble.

Hijo de la vida, hijo de la tierra, de la esperanza y el amor. Él es el fruto, la semilla...

El ser humano nace bueno, de eso estoy convencida. Aún no distingue entre el bien y el mal. Su única preocupación será el primer escalón de la pirámide de Maslow: la supervivencia... y en la supervivencia no cabe la reflexión.

Dependiendo del momento y del lugar, el niño irá creciendo influído totalmente, en su primer contacto con el mundo, por el ambiente. La familia, la escuela, los medios de comunicación y los amigos serán sus primeros medios de socialización, y los más importantes... porque nacemos en sociedad.

Aprender a convivir no es fácil, sobretodo si conoces bien la violencia y la maldad. El egoísmo, el maltrato, los gritos, los golpes, los celos, la envidia, la codicia, el poder, la locura... y el niño podría ir creciendo rodeado de toda esta basura que irá arañando su corazoncito y atormentando su alma.

Pero puede que el niño esté ubicado en una buena familia, llena de amor, respeto y bondad. Estas tres palabras son fundamentales para la educación. El amor, para llenar de felicidad y de calidez sus días; la bondad, para ser generoso, para compartir, para expresar siempre con libertad todo aquello que desea, porque lo que desea no hará daño a nadie si se crece con bondad y sinceridad...; y el respeto... el respeto es un concepto tan sencillo que el niño aprenderá en su tierna infancia: en el momento en que el niño pise su escuela infantil, multicultural, conocerá otros niños, jugará con ellos, intentará un acercamiento visual, táctil... querrá compartir, sonreír... y les respetará, porque no conoce ningún motivo en contra de este respeto.

Y al final, estoy cansada de lo mismo: el poder, el dinero, la avaricia, el consumo, el maltrato, la falsedad, la maldad... y no nos damos cuenta de que nuestro paso por la vida y por el mundo es transitorio, es sólo un instante en la historia de la humanidad... y lo estamos desaprovechando.

Cuando tenga un hijo le educaré en esos tres pilares: EL AMOR, EL RESPETO Y LA BONDAD. Y emplearé todo el tiempo que pueda en quererle y enseñarle lo bonito de la vida, en viajar con él y enseñarle que otro mundo es posible, que las personas son lindas, y buenas... y que podemos encontrar felicidad en cualquier parte... sólo hace falta creer en las personas y darles una oportunidad... y mi niño será inmensamente feliz... y yo con él...


3 comentarios:

christiano lombardo dijo...

muy bonito tu articulo,se respira dolor,cariño,amor,es la vida misma.mi pagina esta muy relacionada con todo esto,visitala,haremos buenas migas¡¡¡chaooo

Amanecer vacío dijo...

Otro interesante apunte...

Me gusta tu estilo, es vital pero a la vez pragmático.

Saludos.

Dunkler Geist dijo...

Tanta belleza y sensibilidad...

Mis ojos han dejado caer una lágrima...

Gracias por mostrar tanto de tí y hacernos partícipe de ello...